Mi mujer no es mía ni de nadie, sólo de ella cuando ella quiere. Mi mujer es un reclamo distante. Una advertencia que grita, una canción de Máximo Rodríguez. Mi mujer es como una trompeta bostezando en la ventana. Ella es una advertencia, un fantasma cuyo sudor me ata al camastro. Mi mujer no tiene nombre, no tiene palabras, porque nadie mas la llama. Noches y días, su boca permanece sellada. Ella es el silencio de las tres de la tarde. Aunque, a veces gime, otras, enmudece como el aceite de las lámparas. Mi mujer es como un silbido en la distancia. Ella no sabe que yo la abrazo entre mis libros. Como un fantasma que vigila mis sueños Como otro fantasma, De tantas ganas que yo le tengo, Yo la grito mordiéndole los dedos, Comiéndome sus manos como mangos maduros, la devoro, la desaparezco a la hora de las luces. Una y otra vez, entre las sábanas Entre rosarios de gemidos, Alargo las horas y extiendo el aura de sus aromas. Para que ella me escuche adelgazo mis pasos como un cachorro, Ava...