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Mostrando entradas de enero, 2008

Cuento, de Alex mariscal

El hogareño Yo siempre quise ser libre y sin complicaciones. Tenía una casa grande y una familia fabulosa; todo lo que un individuo desea en la vida: hogar, protección, y comida abundante. Me había sacado la lotería. Un día, sin embargo, comencé a sentirme insatisfecho. Intuí que me faltaba algo que no podría encontrar en la rutina del hogar. Fue así que, en las vísperas de unos carnavales, decidí dar una vuelta por la plaza; echar una canita al aire. Sin decirle a nadie, tomé el atajo hacia el pueblo. Reencontré a la pandilla y al inicio fue fabuloso; me divertí como nunca lo había hecho desde la infancia. Esa misma tarde, sábado carnaval, conocí a una morena que estaba buenísima, y por supuesto me hizo olvidar el regreso. A propósito, hacía muchos años que no pasaba la noche fuera de casa. Estuve gozando de lo lindo, hasta que apareció un fulano reclamándome la hembra. Ella insistió que no tenía nada con él; así que salí en su defensa. Detrás del tipo salieron varios, y se me armó el

POEMA

Te quiero todos los días cada segundo , muchos meses cada hora; Te amo años enteros cada estación. Te quiero en las horas vacías, en el instante que las hojas se suicidan Lanzándose al columpio del otoño. No hay un grano de arena En el reloj de mi cuerpo Que no se precipite hacia tu abrazo; Soy esclavo del cronómetro de tus recuerdos. Voy al sur, al centro me adentro al mar, Marco el mundo con una gota de sangre del cordón umbilical de tus palabras. Los fonemas son un cardumen entre los arrecifes de tus dientes. Voy al sur, al centro. Te veo gritar como una actriz de cine mudo, Como una sábana cimbrada por el viento. Navego en tus sonoridades silabeantes, En el centro de todos tus puntos cardinales.