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Mostrando entradas de noviembre, 2007

El Rancho

El Rancho ** Frente a la casa papá había construido un ranchito para guardar el maíz y el arroz. Al pasar el tiempo se amontonaban en él todas las cosas viejas de la casa. El verano anterior armaron en una de sus esquinas un fogón de leña de los altos. Era un mesón de madera rústica, una capa de tierra y tres piedras para colocar las pailas. Debajo se apilaba la leña. Después hicieron espacio, entre los sacos, para colocar dos tanques que servirían para almacenar agua. A pesar de lo enmarañado del lugar, era mi refugio favorito, sobre todo cuando pasado el medio día azotaba el calor del verano. Una de esas tardes, mamá trabajaba afanosamente en hacer provisión de agua, mas bien estaba terminando, cuestión de uno o dos viajes más, para dejar los barriles repletos de la fresca agua del río. Nos divertíamos tratando de atrapar las burbujitas que subían desde el fondo de los tanques, cuando ella nos sorprendió a los tres con las manos dentro del agua limpia y, por supuesto, se enojó mu

El semáforo (fragmento)

Resuelta posó una de sus manos sobre las mías y me sonrió coquetamente. Volví a sentirme sofocado como en el autobús. Una oleada de calor ascendió a lo largo de mi delgaducho cuerpo. Sus labios eran muy sensuales; una idea saltó en mi cerebro: < >. Las manos me comenzaron a sudar. < >, seguía el estribillo en la mente. < >, seguía pensando. Sus ojos almendrados se encendían, y el corazón me palpitaba como el motor de un auto deportivo. Volví a tener la sensación de ver todo mi cuerpo fragmentado en un espejo, como cuando estuve, momentos antes, en el cuarto de baño. Estaba allí, como un conductor novato atento al semáforo, al espejo, a las señales. La presión hidráulica bajo mi bragueta estaba al máximo, a la espera de la luz verde. (...)

El teatro:arte sacrificial..

El actor es una especie de autófago, se devora a sí mismo como única forma posible y probable de generar, de dar a luz a ese “otro”: el personaje.El riego de la escena es precisamente el negarse a sí mismo, esa mutilación de la personalidad del actor. En efecto, el dilema más fuerte que confronta él intérprete en su quehacer diario es la crisis de autofagia, y esta crisis quizás sea la experiencia más angustiante y trascendente en el proceso de construir el personaje. El actor puede tener su propia personalidad y sus creencias, pero sólo le sirven en la vida diaria; cuando asiste a una boda, cuando va al supermercado, cuando se encuentra con otro individuo. El personaje, ese fin del actor y del director escénico, tiene su propia personalidad y creencias, y moralidades. No son para nada las del actor. El actor no puede entrar a la escena, ese territorio creativo, y pensar que voy a moldear, adoctrinar, o a evangelizar a mi personaje. ¡NO, NO FUNCIONA! Tiene que negarse a mí mismo

Reseña de obra teatral

La pistola o la envidia del falo Alex MariscalPara El Panamá América "La pistola" es una pieza teatral en un acto que aborda el tema de la violencia doméstica y pertenece a la trilogía escrita en 1978 por Sabina Berman, titulada en su conjunto como "El suplicio del placer". La autora es considerada como una de las más destacadas dramaturgas mexicanas de la nueva generación, con más de cuatro importantes premios de teatro a cuestas; es además, prosista y poeta. El drama que nos plantea Berman no corresponde para nada a la tradicional fotografía o esbozo de una parte de la realidad a la manera, "piece of life" del realismo, sino de una síntesis poética del devenir humano. Cada una de las tres piezas de la trilogía de donde hemos tomado "La pistola", puede muy bien leerse por separado, pero todas tratan sobre un " L, un ELLA, y OTRO ausente", que representan lo medular de la lucha entre el hombre y la mujer en una sociedad aún represora y

Escondite Perfecto

http://esconditep.blogspot.com Después de eso yo me fui, y El Cholo, como le decíamos al teniente, acompañó a Ernesto. Cuando llegaron a la casa, al hombrecito le dio por deambular por el patio. El Teniente lo vigilaba desde la puerta posterior de la casa, tenía miedo que su compadre, tan atormentado como estaba, le diera por hacer una locura. Cómo inventa la gente. Unas vecinas dijeron a los periodistas, que ese viernes por la tarde entraron al pueblo unos extranjeros en un auto negruzco. En la foto, Clarisa aparecía con un vestido rojo, intentando apagar tres velitas sobre una torta de cumpleaños. Mientras el sacerdote decía esas cosas que siempre se repiten en las misas para calmar a los familiares, volví a releer la noticia. -- Parecía que estaba rezando --, fue lo único que declaró el padre, aclaraba el redactor de la noticia. (fragmento)