prólogo a diario de un infante, por Indira Moreno


Prólogo

Su palabra: una herramienta delatora

            Llegó a nuestras manos la obra literaria intitulada Diario de un infante (en su sección poética) y Cuentos de la infancia (en su sección narrativa). El autor es el teatrista, poeta y amigo, Alex Mariscal.

            Uno de los factores que más llamó nuestra atención (y en torno al cual decidimos hacer girar nuestro análisis), es la gran subdivisión genérico – temática que condensa la obra de Mariscal. Es decir, Alex hace uso de cada uno de los géneros de su libro (poesía y cuento) para desarrollar un tema en particular. Así, en Diario de un infante, se observa claramente la inmersión del elemento nostálgico, intimista y muy existencial, a la hora de construir la metáfora en el verso.

“¿A caso los gusanos
tendrán rencor en sus mandíbulas?
¿Seremos desde siempre
pasta para sus bocas,
o risa para sus costillas?...

(…)

No tengo remedio.
No hay salida, pienso, y no la tengo.

(…)

No puedo camuflarme
soy hijo del hambre
condenado a rumiar angustias.”

            Con versos como estos, cómo dudar que la pluma de Mariscal pretende seguir la tendencia literaria del Maestro Kafka, por ejemplo. Sus dejos nostálgicos que decoran la estructura de los versos, en el poemario, simbolizan esa influencia existencialista de aquel personaje atrapado por la decadencia del hombre como ente social y que suele ser la única panorámica propia del filosofar urbanístico.

            Sin embargo, al llegar a la sección narrativa del libro, nos encontramos con que Cuentos de la infancia resulta ser un compendio de leyendas y anécdotas en donde lo que prima es la escenificación rural de las diversas tramas que la constituyen. Títulos como “El Rancho” y “El Quejío” son pruebas palpables de que, el factor campesino se hace presente en todo momento en los cuentos que Alex nos presenta.

“Solté la rienda dispuesto alo que viniera, –por Dios y la Virgen– pensé, y empuñé el crucifijo con la mano izquierda. El caballo avanzó hacia donde estaba la ablución. Quise rezar la canción de los perdidos, el padre nuestro, decirme algo a mí mismo, pero sentía la lengua como si fuera una hoja reseca de chumico atravezá en la boca” (el subrayado es nuestro).

            En el lenguaje narrativo desarrollado en Cuentos de la infancia, Alex nos reafirma el entorno rural de sus historias cuando el diálogo de los personajes o el del narrador, se adecua a los modismos regionales que caracterizan el habla del campesino:

“Eso jacía Ño Miño toa laj mañanita… y laj mujeres a servir el guisao y destaponá’ otro de loj barriles hasta la mecha en chicha de maij que hasta echaba espumita cafetosa.”

            No está de más recordar que es el sector oeste de la provincia capital, en donde nace, crece, vive y convive el autor; específicamente, los distritos  de Capira y Chorrera. Este último, siempre se ha destacado por su desarrollo semi – urbano o semi – rural (como se prefiera). Es de esperar, entonces, que Diario de un Infante y Cuentos de la infancia sean obras que acumulen en su contenido el sinnúmero de vivencias, hacia ambos tópicos de la vida social, por parte del autor. Situación ésta que ayuda a mantener las reflexiones literarias de Alex Mariscal, dentro de profundo equilibrio socio – cultural en su proyección literaria.

            Otro de los elementos que no deben pasar desapercibidos en la estructura y forma del libro en cuestión, es la bella sencillez y claridad con la que se desenvuelve el lenguaje a lo largo de la narrativa y el verso.

“Era la hora del sueño,
del descanso eterno:
el fuego encendía su guarichita de láser

(…)

Abro la caja de las rutas
y guardo en sus gavetas
páginas de asombro”

            Lo concreto y natural de los elementos seleccionados para construir las figuras en los versos ayuda a una mejor percepción y concepción del mensaje y, por ende, a cerrar el proceso de la comunicación entre el escritor y el lector

            Algo similar ocurre en el desarrollo de las descripciones hechas en su narrativa.
  El verano anterior armaron en una de sus esquinas un fogón de leña de los altos. Era un mesón de madera rústica, una capa de tierra y tres piedras para colocar las pailas. Debajo se apilaba la leña. Después hicieron espacio, entre los sacos, para colocar dos tanques que servirían para almacenar agua. A pesar de lo enmarañado del lugar, era mi refugio favorito, sobre todo cuando pasado el medio día, azotaba el calor del verano.”

            Descripción serena y precisa, que permite ubicar cada uno de los factores que se van integrando poco a poco a lo largo de la trama del cuento.

            Una lectora anónima seleccionada por la editorial para hacer una recomendación acerca del valor de esta obra, señaló respecto a dicho manejo lingüístico:

“El libro presenta una estructuración bien articulada, donde los poemas guardan relación en cuanto a la temática… una amplia utilización de recursos estilísticos que le confieren valor literario a la poesía”.

            Dada la claridad en el manejo del lenguaje, no hay espacio a dudas de que Alex pretende convertir la palabra en su herramienta delatora, a fin de que los detalles “algo turbios de una sociedad no muy clara, puedan encontrar un canal de transmisión.

            Enhorabuena la literatura panameña podrá encontrar en Mariscal, entonces, un defensor infranqueable justo, y cuando más lo necesita.




Poeta Indira Moreno
Ciudad de Panamá
Julio del 2000

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