TRANVIA DE OTOÑO (fragmento)




Por Alex Mariscal

To Li-Hue Liu (Livay)’s memoir,
Little Eastern Princess who caressed my soul
before to get on the last streetcar.


        
Se reparte el té,
Las galletas,
las miradas.

Se comparten los proverbios;
el reloj se parte como un pastel.

Se entregan libros,
escapularios,
mapas de viajes;
Se desmigajan las palabras.

Una sílaba basta para cada uno;
el simple sí, el tibio no.
El perro fiel,
abandona la esquina y
parte el aire con su cola.
Incluso el minino
exige su frase.

Una llovizna de sales mágicas
alivian la partida.

La maleta
como un barco varado
se aquieta en una esquina del cuarto;
las camisas
bordadas por la hija
cuelgan indiferentes de un perchero.

Uno es parte de algo.
El corazón lo presiente,
los pies inmóviles lo intuyen.
Avanzamos vacíos
a pesar de la carga.
Perdemos la mitad del mundo,
es decir: nosotros.


Las manos
abrazan las pesadas maletas.
Los hijos se agitan
y dejan caer un liviano aguacero.
Los padres y los abuelos
se encorvan levemente,
intentan decirnos:
ve tranquilo.

Uno sabe que la mitad del mundo,
habita en aquellos ojos,
en aquellas manos,
en aquellos abrazos.

Uno es parte de los adioses,
de las manos alargadas
y también de esas piernas solitarias
que irremediablemente nos arrastran
hacia el desconocido túnel.


2.

El frío grisáceo
me encadena al útero mecánico
a las sábanas blancas,
sin ti, sin tus caricias.

La ausencia
como una cuerda irreventable
cose nuestras vísceras;
nos encadena a la última mirada
al último estrechón de manos.

El otoño,
arácnido de bruma,
tiñe el aire con sus acres.
Con su veneno de hielo,
macera los recuerdos,
infesta las entrañas.


(...)

5.

Te quiero todos los días cada segundo,
muchos meses cada hora;
Te amo años enteros cada estación.

Te quiero en las horas vacías,
en el instante que las hojas se suicidan
Lanzándose al columpio del otoño.

Dentro de esta bestia de hierro
Mis palabras zigzaguean para llamarte,
hacen piruetas en los rieles,
y construyen zancos
para saltar a tu próxima estación.

No hay un grano de arena
En el reloj de mi alma
Que no se precipite hacia tu cuerpo;
Soy esclavo del cronómetro de tus caderas.

Voy al sur, al centro
me adentro al mar,
Marco el mundo con una gota de sangre
del cordón umbilical de mis palabras.

Los fonemas son cardúmenes
entre los arrecifes de tus dientes.
Voy al sur, al centro.
Te veo gritar como una actriz de cine mudo,
Como una sábana cimbrada por el viento.
Navego en tus sonoridades silabeantes,
En el centro de todos tus puntos cardinales.

6.
 “Sam pá”[1] me dices y te ríes
“wo pu sam pá” respondo
 y tú alineas esa sonrisa de Hai-ku
que nunca olvido.

Mis manos danzan sobre tus contornos,
Muerdo con ternura tus dedos,
bebo tus ensalivados versos
entre sonidos que no puedo duplicar.
En la sinfonía de la estancia
Cultivo una docena de versos
el resto de la noche.

El concierto de tus murmullos me despierta:
--“Wo ái nii”,--
 me dices al oído.
--“También te amo-- respondo,
princesita oriental,
ahora yaces en mi hemisferio occipital.
--“Sam-pa”, --  replicas,
--“Níi sai sampa”,--  
Contesto,
sin temor a equivocarme,
pues eso significa que yo no soy un tres
enredado en las concavidades de un ocho.
Vuelves a murmurar:
--“Sam-pa”, You fool.--
--I am not,--  te digo.
O quizás sí,
porque hay que ser “a fool”
para amarte como te amo,
Para permitir que una “ojitos de alcancía”
Se adentre a las ocipitalidades de mi existencia.
Cierras mi boca con la tuya
y ya no sirven por el resto del día nuestros dialectos.
Basta la dulce humedad de los vocablos,
Y el ardiente lenguaje de los cuerpos.

7.

Quiero escribir un verso perfecto
Un verso maestro, entero.
No aspiro a un libro como Borges
Porque Borges era Borges
Yo sólo quiero un verso

No tengo Octavios, ni Poes, en la memoria.
Sólo a mí me tengo; un fragmento, un suspiro,
Un edificio de papeles crece a la orilla del sueño.

Quiero hacer versos sencillos
inocentes, inexpertos;
como rondas, como agua, como fuego.

Un verso de fuego purifica.
La hoguera es pura en medio de la noche;
funde los cuerpos en la nada.
no necesita traducción, ni traductores.




(...)


11.

Por ti,
canto como si fuera un poeta joven moribundo,
me acicalo,
y lavo los pies,
me equilibro en el filo del aire,
entrelazo las manos,
me relajo,
miro hacia dentro.

Por ti,
quiero escribir un último verso;
extraer salamandras de tu boca;
quitarme toda máscara.

En tu ausencia
sólo llenan las horas,
el olor a mar
y la caliente delgadez de tus calles.

Aquí, bajo la lluvia,
el cerebro es un piano.
Bach, como un dios,
hunde sus dedos
y martilla melodías
dentro de mi cráneo;

Aquí, bajo la lluvia,
una princesa oriental 
atraca mi proa a su puerto.

Sus ojitos de alcancía
como una piedra de fuego 
atrapada por el hielo
empujan entre la niebla
las llamas de sus miedos.

El viento bosteza con rabia,
la nieve esparce sus semillas
y cubre impasible las pistas de mis pasos.
Sobre el blanco amanecer de la ausencia,
En el vientre del tranvía,
el vértigo del contrasentido me hace sudar a gritos.
                                           
Saint Charles, Missouri, 2003.


[1] “Sam pá”, es la trascripción fonética de un vocablo en mandarín que significa algo parecido a no seas tonto,  o eres un gracioso ( Don´t be a Fool., or you´re a fool). 

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